miércoles, 26 de mayo de 2010

FRANCISCO JOSE DE CALDAS



Primer científico colombiano, nacido en Popayán, en octubre de 1768, muerto en Bogotá, octubre 29 de 1816. Hijo de José de Caldas y Vicenta Tenorio, realizó sus estudios de Latinidad y Filosofía en el Colegio Seminario de Popayán, bajo la dirección de José Félix de Restrepo. En 1788 se trasladó a Santafé de Bogotá y terminó, en 1793, sus estudios de Derecho en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Al concluir su ciclo de estudios superiores, Caldas se radicó en Popayán, donde se dedicó a manejar los negocios de su familia y a la labor de comerciante, actividades en las que no tuvo mayor fortuna. Desde que estudiaba en Popayán, Francisco José de Caldas se inclinó por el estudio de las matemáticas y la astronomía. Una vez que terminó sus estudios de Derecho, se dedicó a investigar y profundizar, por su cuenta y sin muchos recursos bibliográficos y técnicos, en las ciencias de su predilección. Inspirado en la lectura del padre jesuita Joseph Gumilla, de Charles Marie de La Condamine, de Jorge Juan de Santacilia y del jesuita Antonio Julián, entre otros, autores todos que promovieron la necesidad de un redescubrimiento científico de América por parte de Europa, y especialmente de España, Caldas aprovechó sus actividades económicas, centradas en la región aledaña a Popayán y en el Ecuador, para determinar la latitud, la longitud y la altitud, así como observar la geografía, la topografía, la astronomía, las costumbres, la medicina y la arqueología de tales lugares. Sin embargo, en un buen número de casos, lo que más le llamó la atención fue desmitificar, confirmar y corregir muchos de los conceptos consagrados en tales obras. Por ese entonces, inventó el hipsómetro, termómetro que sirve para medir la altitud de un lugar observando la temperatura a que allí empieza a hervir el agua. Entre 1793 y 1801, Caldas continuó con su vida de comerciante, y en los ratos libres adelantó la de científico. Pero, debido a las dificultades que tenía para continuar sus estudios de astronomía, pues no contaba con un equipo lo suficientemente completo, y quizás influenciado por el socio comercial de José Celestino Mutis, José Ignacio de Pombo, de quien era amigo y preceptor de sus hijos, decidió emprender el estudio de la botánica. El 5 de agosto de 1801 entró en comunicación con el director de la Real Expedición Botánica. Además de entablar una fluida comunicación con Mutis, en torno al interés por la quina, Caldas comenzó a recopilar plantas, pero de manera poco sistemática, y sobre todo, sin mucho conocimiento sobre los avances que había en la materia. El 31 de diciembre de 1801, conoció en Quito al sabio alemán barón Federico Alejandro von Humboldt, y a su compañero Aimé Bonpland, con quienes inició una estrecha relación que fue mucho más allá de lo estrictamente científico, y que le sirvió a Caldas para cualificarse en el estudio sistemático y técnico de la botánica. Consciente de los vacíos e inconsistencias de su formación científica, consideró que acompañando a Humboldt y a Bonpland en un viaje que pensaban hacer por América, muchos de tales huecos podrían ser tapados, por lo que pidió a Mutis y a Pombo que intercedieran ante Humboldt. Este, a instancias de los dos protectores, aceptó inicialmente a Caldas en su expedición, pero al conocer al hijo del marqués de Selvaalegre, prefirió al noble que al payanés. Tal circunstancia frustró las aspiraciones de Caldas, pero propició que José Celestino Mutis y José Ignacio de Pombo lo contrataran para que adelantara en tierras caucanas y quiteñas una cuidadosa exploración, en busca de nuevas especies factibles de ser explotadas y comercializadas. A fines de 1805, Caldas fue vinculado como astrónomo a la Real Expedición Botánica, con residencia en Santafé de Bogotá, a donde llegó a comienzos de 1806 y fue encargado por Mutis del recién construido Observatorio Astronómico.
Con el grito de Independencia, el 20 de julio de 1810, la vida del sabio Caldas cambió, aunque su participación en los hechos no fue, ni mucho menos, definitiva, y su posición frente a las distintas alternativas de gobierno fue más bien conservadora: Caldas abogó por la conformación de una junta local de gobierno que adhiriera al rey Fernando VII. Trató de defender el proyecto de la Expedición Botánica, pero el Instituto fue cerrado a fines de 1810, y aunque se intentó reabrirlo durante la presidencia de Jorge Tadeo Lozano, la idea no prosperó. En 1811, luego de que Antonio Nariño asumiera la presidencia de la Nueva Granada, Caldas fue nombrado capitán del recién formado Cuerpo de Ingenieros, donde trabajó con el teniente José M. Gutiérrez y el alférez Luciano D'Elhuyar. Un tiempo después, el 12 de mayo de 1812, firmó el acta que desconoció la autoridad de su antiguo amigo y protector, el Precursor Nariño.
Los aportes de Francisco José de Caldas a la ciencia, aunque importantes para la época, no tienen mucho valor científico, debido a los problemas que tuvo que afrontar y a las inconsistencias teóricas que hay en muchos de ellos; sin embargo, su labor radica en los planteamientos que expresó sobre la ciencia. Como representante destacado de la generación de criollos cultos de la época, Caldas asumió una posición americanista y nacionalista, aunque utilitaria, de la ciencia. Subrayó la importancia de reconocer geográfica y etnográficamente a la América española, pues sólo así sería posible salir del estado de letargo y dependencia en que se encontraba el continente, luego de tres siglos de dominación. Planteó la necesidad de levantar una carta geográfica, realizada por nacionales, que solucionara los problemas propios del medio, en aras del progreso y del desarrollo comercial. En realidad, fue en materia geográfica donde Caldas tuvo importantes aciertos. Insistió en la privilegiada y estratégica situación geográfica del entonces Virreinato del Nuevo Reino de Granada, que además de ofrecer una gran variedad de paisajes y climas en distancias relativamente cortas, facilitaba la actividad del comercio a lo cual se sumaban las posibilidades del Istmo de Panamá y el Chocó para construir canales interoceánicos. Como muchos otros miembros de su generación,

Finalmente, en 1812, Caldas se comprometió con otra tarea editorial: la publicación del Almanaque de las Provincias Unidas del Nuevo Reino de Granada para el año bisiesto de 1812, tercero de nuestra libertad.

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